Carnavalización y grotescos en Sirena Selena

Mi breve comentario sobre la novela de Mayra Santos-Febres
Imagen tomada del FB de la autora 


Miseria que llevo en la vida / hace mucho tiempo / como una tragedia / escondida en mi sufrimiento. / Migaja de besos, limosna de todo / es lo que me han dado / como a un ser malvado / como a un criminal suena el bolero “Miseria”[1]. Voz de canto, voz de discurso. En estricto sentido literario son versos que componen un “texto cultural [que] transmite toda la cartografía amorosa hispanoamericana moderna; [o bien, fragmentos de...] la enciclopedia de las fantasías culturales sobre el amor”[2]. Pero tales líneas no existen en ninguna página de Sirena Selena vestida de Pena. Sólo su relación intertextual, su título: “Miseria”, seguido de otros: “Dime, capitán”, “Bajo un palmar”, “Silencio”, “Teatro”, cuando la protagonista, la Sirena, la joven travesti de enigmática densidad en el mundo, entrega su piel cálida a la boca de un cliente. Y “de pronto, al final del bolero “Tentación”, la Sirena marcó con un chorro espeso el anhelado final de su letanía de recuerdos”[3].
           “Miseria”. “Tentación”. Estas sublimes[4] piezas melancólicas interpretadas en silencio, en los instantes del dolor producidos al entregar el sexo por supervivencia, parecen revelar la fórmula definitoria de lo siniestro de Eugenio Trías: lo fantástico encarnado. La realidad de la Sirena en un tono sepia quimérico. 
            Con esta idea en mente, la condición textual del bolero en la novela de Mayra Santos-Febres adquiere un valor preponderante. El género musical en calidad de texto cultural funciona como puente erigido sobre la frontera de lo bello para acceder a los show, a los performances travestis, delimitados en términos de Bajtín: situaciones carnavalescas en donde se diluye la posición de intérprete respecto al espectador o viceversa, pues ambos lo viven, ambos son parte de un mismo contexto que, en este caso, no se basa necesariamente en el principio de la risa, sino en la alteración de la corporalidad cuyo resultado es la ambigüedad genérica-sexual de los personajes, esto es, una forma de realismo grotesco.
Resulta conveniente recordar que la Sirena Selena viste de pena. La atención al juego retórico va encaminada a que la identidad de Selena, ya de origen cubierta por una esencia dramática ligada a lo grotesco y, además, arropada por dolor.
En el dolor de su historia radica lo siniestro. 
Para describirlo señalo tres cantos siniestros, principales, que se ajustan a la transformación de la Sirena a nivel trama. Reproduzco los cantos de boleros, vías para explorar los elementos carnavalescos en el efecto de sentido[5] llamado Sirena Selena.
            Uno.
Dan las doce y tú no estás aquí a mi lado… Quién tu cuerpo estrechará entre sus brazos…

El palpitar de mi mano en la tuya… y de mis besos buscando tus besos…

Cuando se apartan dos corazones, cuando se dice adiós para olvidar…

Y lejos
pero muy lejos
vuela mi pensamiento
y triste como un lamento
son los suspiros
del corazón.

Como estrategia estilística, la autora intercala estos versos dentro de un capítulo anecdótico entre abuela y nieto (Selena). Como estrategia narrativa, los pone en voz de la abuela y los organiza bien como remate, bien como principio de descripciones del espacio diegético. Sin hacer un análisis profundo a la poética del bolero, puede advertirse el movimiento, tiempo, entre dos personajes incógnitos; una pareja, cuya separación ha sido inminente.
¿Cómo desemboca esta belleza en lo siniestro? Encuadrando el curso narrativo: abuela y Selena (antes de serlo) limpian un cagadero. Sustraen restos de vicios mientras la mujer alcanza a intuir algo diferente a su interlocutor de habilidades privilegiadas y lejanas a la norma. Allí, en la intimidad falta de aire, donde resuenan esos cantos melancólicos, comienza a filtrarse lo siniestro.
Dos.
Caminé con los brazos abiertos sin hallar un cariño, una sola amistad. Y tú qué me has dado, tan sólo mentiras, tan solo desprecios, miseria…[6]

Este texto poético se ubica en un punto de tensión en la novela similar a los intertextos que se han referido al principio del presente ensayo. En ambos Sirena Selena está consciente de que realiza una interpretación; en ambos su papel le parece más cercano a una fantasía por el dolor que le causa tanta crudeza.
Los versos del bolero en cuestión salen de su boca en los momentos de su ensayo en la mansión de Hugo Graubel. Son apenas unas líneas precisas mediante las cuales la autora confronta el glamour de la Sirena con Solange, la esposa del embelesado Hugo. Es un texto miserable, emitido sobre unas escaleras que en la novela cuentan con un peso simbólico por sus cualidades de posicionamiento, una metáfora social, para el caso de las mujeres en cuestión.  
Aquí la última palabra, miseria, conduce al espanto, al odio profundo hacia las apariencias: ninguna de las mujeres es lo que quisiera ser. Por eso tienen que adoptar una postura siniestra ante la vida; están en una lucha de poder.
El ensayo de Sirena es en realidad el show; el show es el enfrentamiento a la crueldad de la vida; y esa vida, atiborrada de lujos en donde entona la elegancia de una mujer que no es,  se percibe tan vil como la belleza misma del canto y del lugar.
Tres.
–No cantes hoy. Siénteme tan solo.
La ninfa calla. Boca afuera deja de cantar, pero por dentro, intenta tararear una tonada de amor. “Dios bendito –piensa en medio de su melodía–, que no me falle el libreto. Virgen santa –ruega asustada–, que este hombre siga por donde va.” Pero presiente que Hugo está a punto de otra cosa. Ya lo tiene metido en su boca y lo besa con tanta voluptuosidad. […] Y le dice sirenito. Lo llama en masculino como nunca y la turba en su canción. Le hace abrir los ojos a Sirena, olvidarse de su acto.[7]
           
Olvidarse. Pero nunca lo hará. Por eso la Sireno huye.
En esta última parte no hay bolero. El show ha terminado. ¿O apenas comienza?  
 Las conclusiones de este breve ejercicio analítico pueden ser puntos de partida para estudios profundos en diversas direcciones. Para empezar, las cualidades textuales del bolero como elemento dominante en una novela polifónica de autoría boricua. Por otro lado, las diversas reflexiones que pueden desprenderse en torno al cuerpo ambiguo de la protagonista. Aquí se ha identificado en relación a los planteamientos teóricos de la carnavalización en literatura. Se han puesto de manifiesto conceptos ligados a lo grotesco y a lo siniestro en contraposición con lo estético. Sin embargo, esto describe apenas una minúscula parte de la operación de lo simbólico dentro de un contexto cultural, estudiado desde la literatura.  

Consultas:
Bajtín, Mijail, La cultura popular en la Edad media y en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais, Madrid, Alianza, 1998.

Santos-Febres, Mayra. Sirena Selena vestida de pena. Textos de Difusión Cultural, Serie Rayuela, Direción de Literatura, UNAM, México, 2011. 274 pp.

Trías, Eugenio. Lo bello y lo siniestro. Barcelona: Ariel, 2001.
<Web: dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3987632.pdf>

Zavala, Iris. Bolero, historia de un amor. Madrid: Alianza, 1991.


[1] En: “Voces inolvidables del bolero”, disco 1, pista 8. Interpretado por María Luisa Landín.
[2] Zavala, Iris. Bolero, historia de un amor. Madrid: Alianza, 1991. Pp. 67.
[3] Santos-Febres, Mayra. Sirena Selena vestida de pena. Textos de Difusión Cultural, Serie Rayuela, Dirección de Literatura, UNAM, México, 2011. P. 94.
[4] Trías, Eugenio. Lo bello y lo siniestro. Barcelona: Ariel, 2001.
<Web: dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3987632.pdf>

[5] Noción de personaje según la narratología modal. 
[6] Santos-Febres, Mayra. Op., Cit. P. 171.
[7] Santos-Febres, Mayra. Ibid. P. 262.

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