La vigencia actual de estudiar las obras literarias a partir del concepto de estructura [1] desprende muchas posibilidades en el sentido de la reflexión y de la crítica. Leer un texto considerando la idea básica de que cada elemento que lo integra tiene una función específica a través de la cual se conecta con el todo, irremediablemente implica dirigir la atención a un extenso campo, preparado por los formalistas, en donde hay un cuadrante llamado valor estético. Éste, en palabras de Mukarovsky, es resultado “de un proceso que evoluciona contra el fondo de la tradición artística actual y en relación con el contexto cultural y social siempre cambiantes; (asimismo), se adhiere a la tradición formalista en la discusión sobre valor y forma” [2] . En mis términos, siguiendo la analogía espacial, ese cuadrante es fundamental pues provee los recursos teóricos y conceptuales que facilitan el descubrimiento de las propiedades esenciales que hacen literario a un relato. Y en el caso ...
Comentarios
Publicar un comentario